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Relatos de....



Octubre 2020

Hace un mes que hemos comenzado a caminar en nuestra escuela. De estos días nos quedamos con las caras de los niños y niñas, sus risas, sus juegos, sus miradas... Nuestro objetivo para este curso es el de CUIDAR. CUIDAR   a nuestros peques, a las familias de la escuela, a todo los que formamos parte de esta comunidad educativa. Queremos abrir nuestra puerta a la esperanza, a la posibilidad, a los sueños, al trabajo conjunto por construir un mundo mejor. Así, hemos querido comenzar con este relato...



Relatos de una orientadora...


Mayo de 2020


TODO LO QUE SÉ LO APRENDÍ EN LAS ESCUELAS INFANTILES.

            Hola. Me llamo Araceli y durante trintaitantos años he sido orientadora del EOEP ESPECIFICO DE DISCAPACIDAD AUDITIVA DE MADRID. Empecé en el año 1985 y he continuado ahí hasta mi jubilación hace tres años.

            De toda mi experiencia en los diversos niveles educativos (infantil, primaria y secundaria) quizá sea la etapa 0-3 con la que me he sentido más vinculada y más entusiasmada. También con la atención a las familias en estos primeros momentos de dolor y desconcierto. Estoy convencida de que es aquí donde ponemos las bases de lo que cada niño o niña será y los dotamos con los instrumentos para todo lo que vendrá después. Por ello sigo sintiendo que es necesario mimar las “escuelitas” - como las llaman algunos, no sé si cariñosamente o haciéndolas de menos – porque son el lugar privilegiado donde se construye el futuro de una sociedad.

            A lo largo de los años he visitado muchas Escuelas Infantiles de la Comunidad de Madrid y siempre ha sido una aventura y un descubrimiento los distintos ambientes, los distintos valores que cada una destilaba, las distintas acogidas a los niños sordos, los diferentes modos de organizar los espacios y las actividades, las miradas a los niños y el significado otorgado a su desarrollo… En todas he sido bien recibida y he salido contenta.

 Acudir a ellas siempre era un regalo para mi porque, en su inmensa mayoría siempre las encontraba abiertas a propuestas metodológicas para acoger a mis niños, respetuosas y centradas en empujar el desarrollo de los pequeños y acompañar a las familias en sus dificultades, que en el caso de los alumnos con necesidades educativas especiales son muchas. Para mi, a lo largo de los años, estas experiencias han sido de las más hermosa y enriquecedora.

Por todo ello, y con el afán de hacer llegar a todos este caudal de aprendizaje y gozo que he tenido el privilegio de disfrutar, inicio aquí una serie de entradas en el blog, donde pretendo recoger algunos de mis recuerdos y reflexiones.

 Quizá le interesen a alguien, seguro que serán críticos con algunas instituciones y actitudes  – siempre me he caracterizado por decir lo que pienso – y celebraran lo que me han enseñado en cada escuela. A mi me ayudarán a dejar memoria escrita de mi gran amor a la profesión que he desempeñado y el agradecimiento a todos aquellos con los que he compartido el camino: niños, familias, compañeras orientadoras y trabajadoras sociales, profes de apoyo, profes de aula, directoras y esa alegría infinita rde un aula llena de criaturas dedicadas a construirse como personas día a día.


Si no cuidamos las ESCUELAS INFANTILES no hay futuro vivible y como adultos responsables hemos de estar dispuestas/os a defenderlas a capa y espada. Aquí queda mi pluma para cualquier lucha.


Relatos de una maestra...

Mayo de 2020


Hoy, sin duda, es un día extraño. Por una parte, me siento muy cercana de mis niños y niñas, de las familias, con las que acabo de compartir un cuento, y , por otra, me es difícil comprender cómo la sociedad nos invita a abrir la escuela porque es necesario para la conciliación familiar y laboral. Llevo unos treinta y cinco años acompañando a niños y niñas de 0 a 3 años y, aunque mi profesión es muy gratificante para mi, es invisible para el resto. En estos momentos de pandemia todos coinciden en decirte que es muy importante nuestra apertura. Incluso algún amigo profesor de instituto no entiende cómo ponemos pegas a ello. Nosotras queremos volver, pero no a costa de todo: los niños y niñas son transmisores de la enfermedad y nosotros, adultos, podemos infectarnos y dañar también a nuestras familias. Tenemos la suerte de acompañar de cerca, muy cerca, el desarrollo y la vida de esta etapa que es tan importante para nuestra sociedad. En ella se comienza a descubrir el mundo, a los otros, a uno mismo, a crear, a expresar, a comprender, a moverse, a imaginar... Eso sí, desde el JUEGO, término que tiene muy mala prensa, pero que es intrínseco (menos mal) a este ciclo, porque el NIÑO Y LA NIÑA JUEGAN PARA VIVIR. Yo quiero acompañar, pero no de cualquier modo. ¿Nos escucharán? Lo dudo.






           

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