Como perdida en la Torre de Babel…
Nuestra escuela es diversa en
ideas, culturas, religiones, estatus social… y nos gusta. Nos sentimos
orgullosas de ello. Sin embargo, hemos observado, cada vez con más frecuencia,
que acogemos a niñas y a niños cuyo idioma no es el castellano sino su lengua
materna. Esto los lleva a no comprender a sus compañeros, a los adultos que “vivimos”
con ellos, a sentirse inseguros… porque “¿qué es lo que sucederá después?”, “¿habrá
que tomar la fruta de media mañana o irse a la sala de psicomotricidad?”
Imaginémonos nosotros, adultos, llenos
de herramientas y de recursos, en nuestro primer día en una empresa china, en Pekín,
por ejemplo. Se dirigen a nosotros en chino para explicarnos nuestras
funciones, presentarnos a los compañeros y situarnos en un espacio determinado.
¿Qué sentiríamos?
Asumimos en nuestros centros
educativos a niños y niñas refugiados, con una “mochila” de sinsabores y
esperanzas, les observamos y les “incluimos” en un grupo con calzador, sin
darnos cuenta. Al principio ellos y ellas no suelen expresarse, se muestran cohibidos.
Luego comienzan a hacerlo en sus lenguas maternas. Nosotros pensamos que
comprenden las risas, los gritos, los silencios, las palabras de todos y lo que
suelen hacer, como son muy inteligentes, es imitar aquello que ven hacer a los
otros: parece que les funciona.
En nuestra escuela 0 - 3 queremos
ofrecerles la posibilidad de comprender lo que ocurre a su alrededor por medio
del bimodal, de los signos que acompañan a nuestras palabras. Dentro de
poco les ayudará a sentirse seguros y acogidos en un espacio creado para ellos y
ellas, un lugar donde puedan sacar de su “mochila” las oscuras vivencias y
llenarla de experiencias de luz y de posibilidad. Por otra parte, nosotras,
educadoras, estamos aprendiendo las nuevas palabras que ellos nos van mostrando
de otras culturas. Nos sentimos ellas y nosotras en sintonía. La COMUNICACIÓN a
través de la palabra, la expresión, el
cuerpo, las emociones… es lo más importante.
La nieve
He jugado en la nieve por primera
vez, me gusta cogerla y tirarla, sobre todo a papa y a Buddy. El otro día
bajamos todos juntos a la nieve y hasta me tiré en un montón blandito que había
en la calle. Me he caído varias veces, pero mamá y papá siempre me ayudan a
levantarme y es muy divertido porque está fría y blandita.
Mañana no voy a la escuela, mamá
dice que hay mucha nieve también allí, y me ha enseñado una foto en la que está
toooodo muy blanco.
Hoy hemos bajado todos a la calle de
nuevo pero ya no he podido jugar mucho. Papá dice que la nieve ya está dura. Yo
he cogido una bola grande, pero ya no era blandita y al tirarla al suelo se ha
hecho mil trocitos. Mamá me llevaba de la mano y me apretaba mucho, dice que es
para que no me caiga. Yo creo que es ella la que no quiere caerse
Las abuelas de Lucas
Mi mamá me ha dicho que la semana que
viene vamos a poder ver a las abuelas. Mi abuela se llama Mercedes y mi
bisabuela Berta y viven lejos. Papá está muy contento porque por fin vamos a
verlas. No me acuerdo mucho de la última vez que las vi, pero fue hace muuucho,
no había empezado la Escuela todavía. Papá y mamá están muy contentos, y dicen
que por fin la bisabuela va a conocer a Leo. Leo es mi hermano, es chiquitín y
llora como un gatito.
Mis abuelas me hacen siempre comida
rica, juegan conmigo y me leen cuentos. ¡Qué ganas tengo de verlas!
Esther López (mamá de Lucas)
El tobogán grande
Lo que más me gusta del patio de la Escuela
es tirarme por el tobogán. Cada día jugamos en uno distinto. Hay uno con forma
de gato en el que me gusta esconderme debajo. Otros son chiquititos y en esos
fue en los que aprendí a tirarme el año pasado. También hay uno enoooorme con
un pasadizo por debajo en el que a Pedro y a mí nos gusta meternos.
Este año, además, cuando salgo de la Escuela voy con mamá a un parque que hay enfrente con un tobogán grande. Lo que más me gusta es coger piedras y volverlas a esconder.
Ayer me dijo mamá que no podíamos ir y me enseñó una cinta blanca y roja que han puesto. Mamá me explicó que la cinta significa que no se puede pasar.
Me puse un poco triste porque me gusta mucho ir al parque, pero cuando llegamos a casa mamá se sentó con las piernas dobladas y me dijo que me subiera a ellas y me tirara como si fuera un tobogán. ¡Fue muy divertido y lo hicimos muchas veces! Ahora cada tarde, cuando vuelvo de la escuela le pido tirarme por el tobogán grande de sus piernas. Lo mejor de todo es que ese tobogán no cierra nunca.
Esther López (Mamá de Lucas)
Hoy me he levantado contento. He llamado a papá y ha venido corriendo a mi habitación. Me ha vestido y he desayunado para ir a la escuela. Mamá me ha dicho que hoy es el cumpleaños de la tía y que esta tarde iremos a verla. Llevo muchos días sin poder jugar con ella, ni con el primo Dani. Mamá dice que el primo está malito y que no pueden salir de casa
Cuando hemos ido a darle el regalo desde el descansillo, la tía me ha dicho
que no podía entrar a jugar porque la casa estaba sucia. Estaba triste y se ha
puesto a llorar, creo que ella también tenía ganas de jugar conmigo. Quería
abrazarla fuerte, pero mamá y papá me han dicho que hoy no podía hacerlo.
Dani se asomó desde el pasillo, pero tampoco he podido abrazarle. La tía
dice que la próxima vez que vengamos podremos jugar. Así que me he ido contento
a casa porque pronto podremos estar todos juntos de nuevo.
Esther López (su mamá)
1 de julio de 2020
Esther, mamá de Lucas, me encanta lo que escribes en el blog. Esta es tu casa y nuestro corazón tu refugio cuando lo necesites. Araceli
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