16 de noviembre de
2020
A los papás de Celi también les ha dado
tarea la profe para recordar que el próximo viernes, 20 de noviembre, será el
Día de los Derechos de la Infancia. Los papás de Celi le han explicado en lengua
de signos que es un día importante pata todos los niños porque en él se
reconoce que tienen derecho a tener una familia, a alimentarse saludablemente,
a jugar, a que los adultos cuiden de su salud, a tener un nombre y pertenecer a
una tierra, a expresar lo que piensan y lo que desean, a no trabajar cuando son
pequeños, a VIVIR EN ARMONÍA, A LA EDUCACIÓN. Y aquí, en este momento, a los
padres de Celi se les escapa una lágrima, que ella no llega a percibir porque
está centrada en pegar las fotos en el mural que mañana llevarán a la escuela. CELI
ES SU QUERIDA Y DESEADA NIÑA, pero han pasado por tantas cosas: la
incertidumbre de saber o no si era sorda, el diagnóstico que uno de tantos
médicos que visitaron finalmente les dio, el sentimiento de impotencia y de
frustración quizás por no haber tenido una NIÑA NORMAL, como se lo recuerda alguna
gente que mira sus implantes cocleares sin ningún cuidado…
Los papás de Celi se preguntan si ese día
también ellos tendrán algo que celebrar, si esos derechos de la infancia también
son para las PERSONAS SORDAS, para las PERSONAS COMO SU CELI. Se miran, se
encuentran, se abrazan: ellos van a hacer todo lo posible para que Celi VIVA EN
ARMONÍA CON LA REALIDAD QUE LE TOCA Y CON LA QUE LE TOCARÁ, PORQUE TENGA LA
MEJOR EDUCACIÓN, pero se preguntan ¿LA SOCIEDAD ESTARÁ A LA ALTURA?
14 de septiembre de 2020
CELI Y LA MÁSCARA
Celi ya ha comenzado la escuela y está
muy contenta. Ha pasado a la clase de LOS DELFINES porque es mayor, pero su
seño Ana sigue con ella ¡Menos mal!
Todo es un poco diferente porque los
papás y las mamás no pueden entrar dentro, y hay una cosa que se pone en las
manos y que a Celi no le gusta nada como huele. También tienen que cambiarse de
zapatos, pero eso no importa porque ella ya puede hacerlo sola.
Estas cosas no son importantes para Celi
porque sabe que su seño vendrá a buscarla a la puerta y la acompañará a clase.
¡Lo malo es lo que llevan en la cara!
Celi no entiende nada de lo que le dicen.
Con el aparato de la cabeza, aunque le llegan más ruidos, todavía no entiende
mas que su nombre y algunas cosas cuando le hablan cerquita, como en clase o en
casa…pero la máscara hace que se oiga menos fuerte… además ¡no se ve la boca!
¡no entiende bien por qué no puede verles la boca! ¡y tampoco puede adivinar
cuando los mayores están contentos o enfadados o tristes!
Su seño le habla con las manos y eso la
tranquiliza, pero sigue sin entenderla bien porque necesita ver la cara
completa además para entenderla. Todo esto la asusta bastante y siente en el
estómago una cosa rara.
¿Qué ha pasado para que vayan así tapados
todos? ¿Tiene ella la culpa? Muchas veces la logopeda del hospital se tapaba la
boca para que ella escuchara, aunque era muy difícil… pero ahora ¿se lo ha
mandado la logopeda a todos? ¿para que ella se esfuerce en oír? ¡Es imposible
que ella entienda lo que dicen! ¡necesita ver la cara! Saber si le sonríen
porque lo está haciendo bien o si se enfadan con ella… ¡y con la máscara no
puede!
Hay veces en que se pone nerviosa y
llora. Luego su mamá le preguntará porqué ha llorado si le encanta ir a la
escuela y ella no podrá explicárselo. Solo decir “boca”.
Es todo muy raro, menos mal que los
amigos no llevan nada en la cara y cuando está con ellos juegan muy bien y
Ruthi le dice lo que van a hacer.
Lucía le ha dejado hoy su muñeco Popi y
han jugado mucho en la arena. Hay unas cintas de colores, pero a ellos no les
importan. Han traído una cocinita nueva al patio y casitas y un tobogán
chiquitito. ¡Lo han pasado fenomenal!
Los mayores siguen tapados, pero mientras
estén los amigos no importa. Ya sabe lo que hay que hacer y como es mayor no
necesita ni mirar a la seño ni a mamá cuando no las entiende. ¡Que se fastidie
la logopeda!
9 de Julio de 2020
CELI VUELVE
A LA ESCUELA
Hoy si,
hoy sí que es verdad que mamá prepara la mochila. Celi la mira con los ojos muy
abiertos y siente mariposas en el estómago. Se acerca temerosa de que no sea
verdad y señala su querida mochila con cara de interrogación.
“Sí
Celi, mañana vas a la escuela” Una sonrisa infinita ilumina su cara y rompe
a balbucear algo que suena como “ooole”.
“Sí al cole. Ya veo que te pones
contenta. Mamá tiene que trabajar, papá está fuera y han abierto la escuela”
No ha entendido mucho de la larga
parrafada de su madre, pero poco importa, solo “escuela” al final.
Corre por la casa a buscar su muñeca
cabezona. Se la alarga a su madre. “¿Quieres
llevar la muñeca? Celi articula un “ruuum”
con ojos muy abiertos. “¡Ah! Quieres que
la vea Ruthi, tu amiga. La muñeca que te regaló abuela” Celi cabecea feliz
y mete la muñeca para que no se le olvide.
Esta tarde, aunque no le gusta ir a
logopedia, colabora de buen grado con Julia en el hospital. Le pide, señalando,
que le repita el nombre de su seño y de sus amigos, que están en el libro de
fotografías. No quiere olvidar a nadie y se entrena en decir “hola” y “a jugar”.
Esa noche le cuesta dormir, está
nerviosa. Mañana es un día especial y cuando, ya rendida cae, sueña con las
hermosas imágenes de la puerta de su escuela llena de niños, con el pasillo,
con su clase…
Sonríe mientras duerme.
Junio
2020
CELI
VISITARÁ A LA ABUELA
La mamá de Celi
habla por el teléfono grande. Celi no sabe lo que dice, ni con quién habla.
Mira fijamente a su madre para ver si entiende alguna palabra y hace un
esfuerzo por escuchar. Le han tocado por fin el aparato de la cabeza y parece
que el sonido llega más claro, pero es agotador y difícil probar a entender
algo. Eso la desespera muchas veces. Además, cuando está la tele puesta o la
lavadora o la batidora el ruido la pone nerviosa y no sabe por qué.
Cuando termina, la
madre se pone a la altura de Celi y le dice, vocalizando bien, que luego van a
ir a casa de la abuela.
Celi entiende sobre
todo “abuela”. No sabe cuándo irán,
pero se pone contenta. Su abuela siempre le da lacasitos y, aunque a veces se
pone a llorar cuando la mira con el implante, Celi la quiere mucho. No sabe por
qué llora y por qué en ese instante su madre se enfada, pero ¡son tan raros los
mayores!
Cuando llega la
hora de salir y Celi ya está muy guapa vestida, mamá pretende sentarla en el
carrito. Celi se enfada muchísimo ¡ella quiere ir caminando! ¡Ya ha cumplido
dos años y puede caminar! ¡el carrito es para pequeños! ¡Un rollo ir atada!
Ella quiere correr por la calle, está harta de estar en casa y espera
encontrarse con algún amigo de la escuela.
Después de un
sonoro berrinche en el que ha usado su poder mágico quitándose rabiosa el
implante, Celi consigue salir de la mano de su mamá. Esta se ha puesto la
mascarilla y Celi ya no le entiende nada.
Todos llevan la
boca tapada y ella no entiende nada de nada y con el ruido de la calle tampoco
le llegan las palabras, se siente perdida y angustiada. Recuerda entonces a su
seño Ana que le hablaba con las manos y que siempre le explicaba con la boca y
las manos lo que pasaba.
En la escuela nunca
había bocas tapadas, y las manos enseñaban lo que hacía falta saber. Los amigos
también sabían cómo ponerse delante de ella y al mostrarle los juguetes ya
sabia lo que iban a hacer después. Allí no estaba nerviosa.
Celi se pone un
poco triste, se siente sola y aislada. ¡Ojala
mamá fuera a aprender con su seño y le hablara con las manos además de con la
boca, que no siempre se entiende!
Mayo 2020
Celi coge su mochila verde y,
arrastrándola, va hacia la puerta. Sujeta el pomo y mira a su madre. Hace un
sonido con la garganta para llamar su atención “¡ah, ah, ah!” señalando la
cerradura.
-
No cariño, hoy tampoco hay escuela
Celi mira a la cara de su mamá, ve mover sus labios y por el
movimiento de la cabeza adivina que dice “no”. Enfadada se sienta en el suelo
abrazada a su mochila y rompe a llorar.
-
Celi ¡no seas cabezota! -dice su madre exasperada- ¡no hay escuela y ya está!
No entiende nada, sólo ve que la cara
de su madre no sonríe y que ha tensado el cuerpo. Celi está verdaderamente
harta de no ir a la escuela y que su madre esté enfadada con ella todo el día.
Se queda al pie de la puerta y llora más fuerte abrazada a su mochila.
Antes todo era mejor: por las
mañanas, después de desayunar, mamá la llevaba con los amigos. Al llegar a la
escuela los ojos se le llenaban de colores, también de ruidos nuevos con la
cosa esa de la cabeza, … pero sobre todo de colores. El elefante grande de la
entrada, las flores del huerto y su valla, los juguetes del rincón donde se
sientan las mamás, … y las fotos, las fotos de todos sus amigos… desde los más
pequeños a los grandes… y todos entrando a la vez … un poco de ruidos molestos,
pero divertido, tocando las cosas que hay en el pasillo y dejando colgada la
mochila en el perchero con sus dibujos.
Luego, al llegar a clase, el abrazo
a sus seños… y Ruthi ya estaba allí. Sin despedirse de mamá corrían a la caja
de las construcciones y juntas hacían una torre alta, muy alta… se caía y reían.
Ahora todo esto no está, no sabe el
porqué. ¡Ella ha sido buena, no ha hecho nada para que no la lleven a la
escuela! Incluso ya no lloraba en logopedia.
Celi se levanta del suelo, va a
buscar su chupete escondido y se sienta en el sofá. Mamá enchufa la tele, pero
aquello no es lo mismo de divertido. “Mi escuela” piensa con pena.
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